Juego del asesino: El incidente. [Solución en la página 5]

- RELATO 3 -

¿No quería vivir una aventura? Aún tendría que darme las gracias por la experiencia. Fuimos a una zona apartada en la que solíamos jugar, con mucha vegetación y fauna. Y allí, donde habíamos vivido mil aventuras creyendo que luchábamos contra dragones cuando solo eran lagartijas, acabó sus días Halane. Conseguí obviar mis ganas de dejarla como un queso emmental y solo necesité un corte certero con el abrecartas. Juraría que ni se enteró. Me dio hasta pena, o eso creo, no lo tengo claro. Ahora había que planear el siguiente movimiento. Tendría que ser diferente y extraordinario, todo lo contrario que este estigma que me atormenta día tras día. Me giré y las vi, las bayas venenosas sobre las que nos advertían nuestros padres una y otra vez cuando íbamos a por acebo.  Unas bayas cuya particularidad principal es no tener olor ni sabor pero ser letales. Un gran condimento para añadir al bocadillo de irresistible chocolate, la típica merienda que tomábamos en aquellos tiempos, donde aún éramos felices y todo era mucho más sencillo.

Con estos ultimos mensajes, algo hay que me hace sospechar de CiRachel (con toodo el amor del mundo). Tampoco me hagais mucho caso!

Que callados estamos todos ahora  
Se masca la tragedia  
Llevo un rato repasando relatos y me parece a mi que agilrosa tiene muy mal genio, menciona los cables, y el hecho de que quería volvernos a ver...  
 

- RELATO MODERACIÓN: No contiene pistas -

La lista se iba reduciendo.

Se encontraba junto a la orilla del río que bañaba las inmediaciones de la casa. Mientras saboreaba su preciado whisky su mirada se perdió en la espesura.

Dolor, rabia y una sensación húmeda y cálida que recorría su pierna izquierda. Se había hecho una buena avería al caer; quedaría cicatriz.

Sabían que le asustaban ese tipo juegos, que no quería participar y, de todas formas, habían conseguido que se introdujera de lleno y que hiciera el más espantoso de los ridículos.  Y, ahí se encontraba, con una cicatriz, un estigma eterno que le recordaría esa noche. En ese mismo instante decidió que costara lo que costase, se vengaría. Ese acto no iba a quedar impune.

Notó cómo alguien se acercaba... Era Mapeju. ¡Perfecto! Sabía que tenía ciertos problemillas con el alcohol. Al principio se mostró reticente pero se le daba extremadamente bien hacer que la gente realizara cualquier cosa que se le pasara por la imaginación y Mapeju no iba a ser la excepción. Sonrió y animó a su presa a dar un trago más, otro, otro...

A ella se le soltó la lengua y empezó con su verborrea incesante. No se callaba... y no la soportaba más. Se levantó y la invitó a dar una pequeña vueltecita... para que se despejara. Subieron al puente. Iba a ser tan fácil que hasta se lo pensó pero, qué narices, estaba a tiro y ya se divertiría en otra ocasión.

Fue tan sencillo como robarle una golosina a un bebé... El cuerpo de Mapeju se perdía en el horizonte, arrastrado por la corriente.

Veamos a quíén le toca ahora...

- RELATO 3 -

Sabía que el irresistible bocadillo de chocolate con las bayas no me fallaría. Au revoir CiRachel. Ya estás en un sitio más feliz, sin preocupaciones, como tú querías. Al final resulta que estoy haciendo actos altruistas, soy buena persona. Fue rápido e indoloro. Estuvo bien, aunque me apetece que la siguiente víctima me dure un poco más, divertirme sintiendo cómo da su último aliento entre mis manos, no quiero acabar aburriéndome y dejando todo esto a medias. Quiero pensar el siguiente paso con calma, incluso me ronda por la cabeza dejarlos vivir hasta que veo el estigma. Soy consciente de mis cambios repentinos pero, en el fondo, tienen su gracia. He aprendido a vivir con ello o, al menos, eso creo. No se qué opinará el resto del mundo, pero me importa más bien poco. ¡Ya lo tengo! ¿Y si vamos al parque? Así empezaría una nueva partida más que interesante sin tener que ir a los confines del mundo. Voy a pensar un momento qué utilizo esta vez. Dejaré volar la imaginación unos minutos. Ahora que recuerdo...hay allí un gran lago donde pasábamos horas buceando, buscando tesoros, como si el mundo real no existiera para nosotros. Decidido: será allí. Al final, la naturaleza será mi gran aliada, mi gran confidente.