Juego del asesino: ¿Quién se quedará con la herencia? [Fin del juego: página 11.]

Nunca me había llevado muy bien con nadie de la familia,excepto con el tío Bernard, él siempre había sido mi único aliado en las odiosas comidas familiares que se celebraban varias veces al año en fechas importantes.
Por una parte estaban mis primos refinados que lo único que hacían era leer,estudiar y hacer ver a los demás el dominio del francés por haber estado allí viviendo en una zona para gente adinerada.
Por otra parte estaban mis otros primos ,los del pueblo.Nada elegantes y con modales dignos de una pocilga. También eran desagradables para con los demás (claro que en su caso era por ignorancia y no por esa creencia de superioridad que caracterizaba a los anteriores).
Luego estaba yo,ni adinerada ni pobre.Mis padres trabajaban en una panadería en una pequeña ciudad donde todo el mundo nos conocía.Yo iba a la escuela y por las tardes ayudaba en la panadería. Siempre me habían inculcado en respeto hacía las personas y me habían educado en base al amor y no al dinero (que a veces era escaso).
Yo estaba trabajando en mi huerta(que era lo más relajante después de un largo día en la oficina) cuando recibí un correo para ir a recoger mi parte de la herencia.Me apenó saber que el tío Bernard estaba muerto ya que era la persona que mejor me trataba y me contaba secretos y mostraba rincones de su mansión que nadie más conocía. Uno es por nada,Pero yo también era su favorita porque él odiaba a los niños caprichosos y a los niños a los que el conocimiento no les interesaba demasiado. Por eso cuando llegué aquella casa y vi a todos mis primos no pude más que ruborizarme ¡Como podía haberles dado exactamente lo mismo a esos borregos que a mi !

Yo soy patri, una simple chica que ni es de la familia, pero al final también recibo la herencia, todo empezó aquel día,, cuando tenia 5 años, mi familia ya me había echo un pacto matrimonial, con esa familia, tenían un hijo varón de mi edad, Victor,  pero un día que iba a su mansión a jugar como tantas otras veces con Víctor una piedra en el camino fue suficiente para ser la única superviviente, aquella familia me adopto, me trataban como una hija mas, mi hermano Víctor era muy amable y gentil, aunque me prohibían ir a las fiestas de la familia, total, no era de su sangre, cuando ambos teníamos 10 años, un día normal de la escuela el autobús se accidento, pero esta vez solo nosotros 2 sufrimos lo mayor, los demás solo fueron fracturas de diferentes grados, Victor estaba en coma,¿y yo? había quedado ciega de por vida, el tío siempre nos había traído regalos y era muy gentil conmigo, sabia que no podría ir a su casa e incluso me pago un profesor para que aprendiera el braille ya que mis padres no podían debido a mantener a Víctor con vida atado siempre a unas maquinas, unos 5 años mas tarde el cuerpo de Victor no pudo mas y terriblemente falleció, el tío asistió también al funeral y nos consola a todos, cosa que ningún familiar a parte hizo con nosotros, 5 años mas tarde, ya con 20 años, aun inocente me llego una carta, mis padres me la leyeron ya que no estaba en braille, el tío había fallecido, y me tenia que ir a su mansión a por la herencia, aunque al principio no entendía por que debía ir ahora yo, cuando nunca me habían dejado ir, y por que no a mis padres, pero me dijeron que ese era el deseo de tío, y que debía ir no solo por mi, o por ellos, también por la memoria de Victor, después de llegar me di cuenta de la clase de gente, todos jóvenes, y entendí por que el no le había dado el dinero a sus hermanos, era por que ellos eran capaz de matar a sus propios padres impacientes por recibir la ansiada recompensa.

Tenía doce años cuando desperté desnudo en el bosque, no sabía entonces cómo había llegado ahí,  pero recuerdo que Rilo me despertó  con su suave aliento y que no tenía miedo, porque mi caballo siempre me hizo sentir seguro.

 A partir de ese día los hechos extraños no se detuvieron, mi familia lo atribuía al asperger severo del que sufro, lo que no saben es que mi mente no alcanza a ser normal porque yo no soy uno de ellos, de noche mi cuerpo toma otra forma mucho más hermosa y noble, puedo correr bajo la luna,  sobre mis cascos libremente, y en esos tiempos… junto a Rilo. Todo cambió el día en que el asqueroso olor a muerto entraba por mi ventana y reconocí además el olor de mi amigo, asustado salí corriendo al patio, luego vi lo más aterrador que alguien puede ver en su vida… lo habían matado, descuerado, lo estaban quemando para comérselo, malditos desgraciados que me acusan de no tener empatía por no entender sus estúpidos chistes y no se dan cuenta de lo egoístas que son ellos, por no valorar la vida de otros, ¡maldito tío Bernard que mandó a matar a Rilo porque no le dejó montarlo! y maldita mi incapacidad de defenderlo, mi falta de poder sobre mi mismo… mi asperger.

Buenas noches, mi nombre es Trevelyan, un metamorfo, de noche un libre caballo y de día soy…un humano enfermo y lleno de odio.

- ¿Qué es eso?, ¿el teléfono?, mmmm ¿por qué?
Gemma se tapó la cabeza con las sábanas, a penas hacia un par de horas que se había acostado. No tenía ninguna intención de contestar, quien fuere y lo que fuere tendría que esperar.
- ¡Riiing, riiing, riiing!
El teléfono volvió a sonar, quien fuera era bastante insistente, era la cuarta vez que llamaban y Gemma ya no pudo ignorarlo más, total ya la habían desvelado.
Retiró las sábanas y ordenando a sus músculos que reaccionaran a pesar del cansancio se levantó. Metió los pies en las mullidas zapatillas y fue hasta la mesa del salón donde había dejado su bolso al entrar en casa.
Rebuscó en su interior, encontró el móvil y vio en la pantalla como un número con prefijo extranjero parpadeaba.

- ¿ Quién coñ...' - descolgó- ¿Quién es?
- ¿Señorita Thompson?,  la llamamos del bufete Clers and Bell, el señor Bernard Kralford falleció hace una semana y usted aparece como heredera en su testamento.
-¿Quién, yo? ¿Está usted seguro? Hace años que no veo a nadie de la familia Kralford, ¿esto no será una broma, no?
- Por supuesto que estoy seguro señorita Thompson, y puede estar segura de que esto no es ninguna broma, esto es un bufete serio. Le rogamos que acuda dentro de 3 días a la casa del Señor Krotford, allí tendrá lugar la lectura de su última voluntad y el reparto de sus bienes entre sus herederos.
- Pero, no puedo...
- Señorita Thompson, no busque excusas, la esperamos dentro de tres días, le mandaremos toda la información pertinente por e-mail. Muchas gracias, pi,pi,pi...

Gemma miró desconcertada la pantalla del móvil como si fijando su vista en ella fuese a obtener una respuesta a todo aquello. Era absurdo.
Aún aturdida, llamó al hospital, le debían unos días de vacaciones y aprovecharía esta circunstancia para despejarse. Lo necesitaba, debía desconectar.
Preparó una pequeña maleta de mano, metió un par de mudas, su neceser y su medicación; tampoco necesitaría mucho más, no pensaba estar allí más días de los estrictamente necesarios.
Sacó su billete en una conocida web de viajes y alquiló un coche para poder desplazarse hasta la maldita casa.
Esa noche, Gemma durmió intranquila, su sueño, de por si ligero debido a su trabajo se veía constantemente interrumpido por sueños extraños, oscuros, inquietantes.
A  la mañana siguiente, llamó un taxi temprano, prefería ir con tiempo, nunca se sabía que podía pasar con una compañía low cost y camino de Barajas, parapetada tras sus gafas de sol, intentó rememorar el único recuerdo que tenía del tío Bernard. No lo recordaba con claridad, como casi nada de aquellos años, sólo era una niña.
Embarcó y al poco se sumió en el sueño, tenía casi 12 horas de vuelo por delante, era lo mejor que podía hacer.

-   Mamá, ¿dónde vamos?
-   Cariño, vamos al funeral de la tía Dotte, pórtate bien y, por favor, no hagas preguntas.
El coche avanzó por esa arboleda oscura, despacio debido a los baches de la carretera. Después de más de 40 minutos de tortuoso camino vislumbró una casa grande tras una verja de metal, era de madera, gris, amenazante.
No le gustó. No le gustaba la familia de mamá. La miraban de reojo con desaprobación, no le hablaban, sólo murmuraban.
Mamá paró el coche y bajaron. Entraron en la casa, era oscura y olía a polvo, humedad y cera. Todo estaba lleno de velas y en aquel salón, un ataúd. A su lado, un hombre viejo a los ojos de Gemma, enjuto, de piel cetrina y aspecto apergaminado. Olía a bolitas de alcanfor y a tabaco de pipa. Le revolvió el estomago.
-   Gemma, cariño, acércate y dale un beso al tío Bernard.
-   Mama, no quiero, huele raro y me da asco.
-   ¡Gemma!
Aquel hombre levantó la vista y la miró fijamente, entreabrió los labios y la punta de su lengua asomó en una mueca amenazante, Tendió una mano hacia ella y acarició su pelo.
Fue una caricia fría, que erizó cada centímetro de su piel y que hizo que se retirara en un mecanismo de defensa primitivo.
Clavó sus ojos grises en ella y con vos áspera le susurró: “tu destino se decidirá aquí algún día”

Abrió los ojos sobresaltada, notaba su pulso acelerado y su respiración superficial, ¿qué habría querido decir el tío Benard?
Pronto lo sabría.

Aquella mañana me desperté tarde, con esa sensación de bienestar que sientes cuando has dormido plácidamente. Pero mis sensaciones cambiaron y descubrí dónde estaba. Vivía con una pareja amiga mía, la madre de él me había acogido cuando me quedé sin techo y mi tienda se quemó, y después de que la mujer que me dejara vivir gratis en su casa falleciera durante unas vacaciones en Florida, ellos por algún motivo no me habían echado. Pero aunque después de remontar el vuelo tras haber tocado fondo las cosas parecían ir mejor, yo no lo sentía así, estaba vivendo de prestado, mi nueva tienda no me daba tantos beneficios como quisiera, mi éxito con las mujeres seguía siendo nulo, y por todo eso era el blanco de las burlas todos mis conocidos.

Ya era mediodía, Howard y Bernadette estaban trabajando, yo no había abierto la tienda, ¿para qué? si nunca entra nadie...
Fui a recoger el correo, normalmente no había ninguna carta para mí, perp ese día no solo había una, sino que venía de Inglaterra.

Mi tío Bernard había muerto, un tío lejano, al que solo veía en ocasiones, pero que mientras cursaba la carrera de bellas artes me había permitido vivir de prestado (se estaba convirtiendo en una costumbre) en una de sus mansiones en el Condado de Lancashire. Durante esa estancia el tío se había encariñado conmigo, y por ese motivo había decidido dejarme parte de su herencia.

Llené mi maleta de R2-D2 lo más rápido que pude y con el escaso dinero que tenía me saqué un billete para el primer vuelo de Los Angeles a Manchester. Era una oportunidad para dar un empuje a mi negocio y empezar de cero.

Una vez allí, me reuní con las demás personas a las que Bernard había decidido dejar su fortuna. Eran más de los que me imaginaba, así que la parte que se me había asignado debía ser muy pequeña comparada con el total de la herencia. No solo serviría para empezar de cero, podría dejar de preocuparme por el dinero que tanto me había atormentado durante mi vida y saldar mi deuda con Howard, además de reformar por completo mi tienda de cómics.

Era un dia con sol pero a la vez frío.Mi telefono no sonaba desde muchos dias atras ya que no soy alguien popular.pero esta tarde mientras estaba de pesca con mi lancha sono ese caracteristico sonido.cuando cogi me contaron la supuestamente triste noticia de la muerte de un tio que no sabia de que existia.deberia guardar las apariencias y estar triste pero lo unico que me interesa es su dinero.no porque no tenga sentimientos mas bien porque no los tengo hacia quien no aportó nunca nada a mi vida.recogere mis pocas ropas y mi maleta granate y partire en cuanto consiga pescar a este maldito jurelo!

Me encantaba ir a casa del tío Bernard. Él era un hombre increíble, divertido, generoso, amable...
Los jardines de su mansión eran inmensamente grandes, pero cuando era pequeña me lo pareceían mucho más. Disfrutaba perdiéndome entre los rosales, era mi lugar favorito cuando jugábamos al escondite todos los primos.
Mis primos no eran especialmente simpáticos, pero bueno, a fin de cuentas era mi familia.
Las comidas familiares no dejaban indiferente a nadie, aquello parecía un escaparate, todos presumiendo
de sus hijos, en mayor o menor medida, delante del resto de hermanos. Hasta mis propios padres me hacían cantar para deleite de todos... bueno, realmente la idea era fardar de hijita, no deleitar a nadie. Recuerdo una  nochevieja en la que me hicieron tocar una pieza de Mozart en el viejo piano que presidía el salón de mi tío, fue la primera vez que sentí el odio en la mirada de alguien, en la de varios de mis primos cuando sus padres se levantaron de sus sillas para aplaudirme entusiasmados. Lo cierto es que me salí, fueron unos minutos mágicos que superaron con creces hasta el mejor de mis ensayos.
Aún así me lo pasaba genial, la comida era exquisita, sobretodo los postres... el tío Bernard se encargaba de
traerlos de una pastelería sublime: galletas, pastas, pasteles, tartas...
La casa era elegante aunque antigua, misteriosa, aquello hacía que viera el hecho de investigarla de punta a punta como algo excitante e inquietante, nunca sabías qué artilugio extraño encontrarías en el desván o en el sótano, o en las habitaciones del servicio...
Ahora, muchísimos años después he vuelto aquí, cosas de la vida y de las herencias.
Ahora es cuando me he dado cuenta que lo más importante no eran los desvanes, ni el piano, ni los pasteles... ni tan siquiera los rosales. Lo más importante ya no estaba en aquella casa. Era mi tío Bernard.
Y sí, lo que más me dolió fue darme cuenta de esto tan tarde

Soy Hana, sobrina nieta de Bernard Kratford. Ayer recibí una llamada que me ha destrozado: mi tío abuelo ha muerto y he de ir a su mansión a pasar unos días para resolver el tema de la herencia Mi madre, que era su sobrina favorita, murió hace algunos años, por lo que su parte de la herencia pasa a mí por ser su descendiente directa. Mi familia por parte de madre es muy extensa, por lo que son muchos los sobrinos entre los que la herencia se reparte, ya que el tío nunca tuvo hijos. Son muchas las cosas que se me vienen a la mente, pero el sentimiento más importante es una inmensa nostalgia: en esa mansión he pasado veranos enteros, es parte de mi infancia, es el recuerdo de mi madre sobre todo, pero ahora también el de mi tío abuelo, ese hombre amable que siempre me daba golosinas y jugaba conmigo.Ahora me siento culpable... aunque nunca perdí el contacto, hace varios años que no iba a visitar al tío abuelo. Sabía que estaba enfermo y muy mayor, y le llamaba a menudo, pero el recuerdo de mi madre y de los veranos que pase allí me resultaba demasiado doloroso y ahora me arrepiento.

Ya tengo hechas las maletas y debería irme a la cama, ya que mañana he de madrugar. Mi marido va a llevarme al aeropuerto, él y nuestra hija se despedirán de mí allí por unos días, ya que no me acompañan: pienso que debo afrontar esto yo sola. El tema del papeleo es tedioso, pero sobre todo quiero afrontar mis propios sentimientos y recuerdos. Creo que me hará bien pero será duro, porque allí estarán mis tíos y primos segundos (a algunos ni los conozco), y no he tenido demasiado contacto con ellos desde que mamá murió. Espero que todo vaya bien, porque muchos de los sobrinos se llevaban bien con el tío abuelo (como mamá), pero por alguna razón otros lo detestaban... tengo una sensación extraña y me encuentro intranquila. Creo que algo no marcha bien, tengo que tener cuidado.

Esta mañana el teléfono ha sonado temprano con noticias amargas. El tío Bernard, aquel hombre que me sentaba en sus rodillas y me cantaba cuando aun era una niña, ha fallecido.
Hace años que perdí el contacto con el y toda la familia, a pesar de haber pasado los veranos de mi infancia en la mansión de los Kratford, pues mi madre, Niniane, era la hermana favorita de tío Bernard.

Sin embargo, hace ya tanto de todo aquello... No, no quiero recordar.
Padre y madre fallecieron hace mucho, dejándome sola en el mundo con esta enorme casa que se cae a pedazos y que a duras penas pudo sacar adelante.
Tío Bernard jamas acepto la extraña muerte de madre, supongo que me culpa y por eso fui repudiada. Desde entonces, he vivido en esta oscura mansión, única posesión que conservo de mis padres. Sola con mis fantasmas y el sonido del viento cada anochecer. Vagando sin rumbo entre las habitaciones, los pasillos y los jardines tristemente vacíos y llenos del eco de otros tiempos.

Ahora sorprendentemente me ofrecen una herencia, y para cobrarla debo enfrentarme de nuevo a mis temores y ver a mi familia. Después de años de distancia, otra vez, la Mansión Kratford.
Lo cierto es, que el dinero me es necesario, apenas dispongo ya de fondos y la casa necesita seguir viva ... De no ser así, nada bueno me ocurrirá.

Así que no queda mas opción. Ahora haré mi equipaje y mañana, antes de que salga el sol, tomare el primer tren. Espero que estos días pasen rápido, no debo pasar mucho tiempo fuera.

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- Relato 1 -

Poco a poco anocheció. La mansión del tio Bernard era ya lo único que quedaba de él y allí estabamos todos, como buitres carroñeros, esperando el momento de arrancar nuestro pedazo.
Me daba asco compartir techo con el resto de la familia pero no quedaba otra, sin embargo lo peor no era compartir techo, si no compartir el dinero de aquella suculenta herencia.
Debía ser mío por muchas razones que ahora no voy a contar y nadie se iba a interponer en mi camino.
La primera que suponia un riesgo era ello, esa maldita ama de llaves que todo lo sabía, así que
era mi primer objetivo. Cuando todos durmiesen... acabaría con ella.
A las 12 de la madrugada ya todos dormían asi que salí con la ayuda de una vela de aquella habitación, como sacada de una de esas viejas películas clásicas en blanco y negro que echaban por las noches.
Me deslizé sin hacer ruido, y encaminé mis pasos hacia la de Damzel portando conmigo un cuchillo de grandes dimensiones que cogí de la cocina del tío Bernard.
Fue rápido, fugaz como un suspiro. Clavé el afilado cuchillo en el pecho de la mujer, sin piedad como matan a un puerco en una matanza para hacer embutido, es parte del proceso. El peculiar color de la sangre pronto cubrió toda la cama. No era nada personal.
Apenas reaccionó, solo abrió los ojos para mirarme por última vez, solo ella sabía lo que llevaba entre manos y por desgracia, no podría contarselo a nadie...

- Relato 2 -

Por la mañana todos estaban reunidos en la sala principal, todos menos la ama de llaves. Cuando supieron la noticia alguien presente en aquel salón no sé sorprendio. Yo. Tampoco sentí el menor remordimiento ni la más mínima compasión.
Fueron a desayunar con el cuerpo removido y sin explicarse quien podía haber hecho tal cosa. Olía a tostadas chamuscadas, los mayordomos sirvieron café colombiano y pan a buen ritmo por toda la mesa y en un descuido cuando nadie miraba... plof... saqué una pastilla de arsénico de mi bolso y la sumergí en la taza de Lylyacogida. Todos se sentaron a la mesa, bebieron y comieron en silencio hasta que un grito atrajo la atención de todos los que alli estaban.
Lylyacogida llevó sus manos a su graganta, como si le faltara el aire, saltaba y tosía al compás, como si fuera un espectáculo preparado, todos la miraban pero nadie hacía nada ante su agonía, como un pez fuera del agua.
Miraron atónitos ¿qué estaba pasando? fueron dos minutos de incertidumbre, en ese momento Lylyacogida se levantó, parecía que hubiera sido todo una macabra broma y acto seguidos... se desplomó inerte en medio del comedor. Había muerto envenenada ante los ojos de todos, sin que nadie pudiera evitarlo.
Ya estaba más cerca de mi meta.

- Relato 3 -

La tercera víctima estaba clara. A ella le gustaba pescar.
Keenamstaff se encontraba preparando sus aparejos de pesca aquella mañana, era temprano, todos dormían aún y soñaban con llenarse los bolsillos con la herencia de tío Bernard.
Salió de la habitación sibilinamente, no podía hacer ningún ruido si quería cumplir su objetivo. A pasos lentos se aproximó a ella, que estaba con su maletín abierto sobre la cama. Tuvo que controlar su respiración si no quería verse delatada. Contó en silencio y a la de tres se abalanzó sobre la despistada Keenamstaff, bordeando su fino cuello con una soga marinera.
Ella, inútilmente se revolvió mientras su respiración se hacía cada vez más sonora por la falta de oxígeno, con la boca abierta, como un jurel, como uno de tantos a los que dio muerte con su caña. Tras unos minutos Keenamstaff cayó como un peso muerto sobre el piso, la miró una última vez a los ojos, como si entre la guasa y la maldad se despidiera de ella.
Allí quedó Keenamstaff, con el rostro desencajado. El color amoratado de su tez desvelaba la causa de su fallecimiento, la rozadura, de un color rojo oscuro que dejó la cuerda en su cuello completaba el parte del forense.

gemacoco dijo:

Yo también me apunto ,

¿Tenemos que escribir también historia en este?

Sí, claro. Si te da palo recicla alguna de las anteriores, cámbiale el final y algunos detalles  

gemacoco dijo:

Austin316 dijo:

gemacoco dijo:

Yo también me apunto ,

¿Tenemos que escribir también historia en este?

Sí, claro. Si te da palo recicla alguna de las anteriores, cámbiale el final y algunos detalles  

Si por escribir no es, además creo que las anteriores serian raras raras par este escenario XD, lo que no me queda claro es que tendríamos que contar, porque todos somos sobrinos y lleguemos a la casa para recibir nuestra parte, ¿qué ponemos entonces en la historia?, ¿nos describimos y ya está?

Lo que quieras, como si quieres poner que eres un entrenador pokemon que está de paso por Mordor en su camino a Hogwarts y te han llamado que ha fallecido un familiar y hay que repartirse la herencia xD

Puedo ser el gato del fallecido?

Por que si es un si, me apunto

PewPew dijo:

Puedo ser el gato del fallecido?

Por que si es un si, me apunto

NO. Te apunto igualmente.

Damzel dijo:

PewPew dijo:

Puedo ser el gato del fallecido?

Por que si es un si, me apunto

NO. Te apunto igualmente.

Eso no vale!
En el juego de la tia Agata, el gato tambien podia ser el heredero!

No juego snif

PewPew dijo:

Damzel dijo:

PewPew dijo:

Puedo ser el gato del fallecido?

Por que si es un si, me apunto

NO. Te apunto igualmente.

Eso no vale!
En el juego de la tia Agata, el gato tambien podia ser el heredero!

No juego snif

Que no vas a ser un puñet*** gato; fuera de la lista pues.