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Dino, el perro que me ha cambiado la vida [¿DIARIO DE CACHORRO?]

Moderadores: Damzel, sandrarf
Usuario Titulo: Dino, el perro que me ha cambiado la vida [¿DIARIO DE CACHORRO?]

Mariga

Novato
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Sexo: Mujer
Edad: 30 años
Provincia: Toledo
Publicado: Tuesday 11 de April de 2017, 12:55
¡Hola a todos!

Hace apenas unos minutos me he presentado en el subforo correspondiente. Los consejos expuestos en el foro por los usuarios resultan extremadamente útiles para la educación de un cachorro, pero los temas que más he leído por esta razón son el de la evolución de Cooper, de Narvik y de Bimba. Como me encanta escribir y ando un poco perdida con el tema de cuidar de mi perrito, supongo que esto podrá servirnos a todos aquellos novatos que no sabemos cómo andarnos con un animalito así, ¡y eso que, cuando era pequeña, tuvimos una Collie preciosa! Pero, claro, yo no cuidaba de ella, que el tema es muy distinto.

Os presento, entonces, a Dino. El nombre se lo pusieron en la protectora con la cual llevé a cabo los trámites de la adopción. Lleva conmigo cuatro días solamente, y tiene 3 meses y una semana de edad. Os dejo unas fotos del primer día que estuvo en casa (el 8 de abril de 2017):




¿Os cuento un poco cómo han sido los cuatro primeros días de Dino en mi casa? No me detendré demasiado en detalles con el primer y con el segundo día, ya que fueron, básicamente, de adaptación por parte de ambos. Pero me gustaría contaros, en primer lugar, con detalles, cómo se ha comportado Dino hoy, hasta las 11.30 que son ahora y que está dormido como un tronco debajo de la silla de la cocina en la que estoy sentada.

Tercer día — 10 de abril de 2017

Dino había llegado a casa sin que yo supiera qué cruce de razas era, sin poder, más que nada, predecir cuál será su tamaño de mayor. No me importa mucho porque, habiendo tenido a una Collie cuando yo era pequeña, en mi casa no nos asustan los perros grandes. Sin embargo, prefiero que sea de tamaño pequeño o mediano porque no sé si tendré que mudarme a Madrid el curso que viene, ya que comienzo un doctorado en la Universidad, cosa que me tiene preocupada porque, si Dino se hace a vivir en esta casa, quizás no se adapte a vivir en un piso de la capital.

Bien, Dino me despertó a las 7.30 mordisqueándome la mano. Se había subido a dos patas en mi cama. El primer día que llegó, decidí que durmiera en mi cuarto, pero en su propia camita, así que forré el suelo con empapadores para no tener que limpiar en exceso si se hacía muchos pises. Para mi sorpresa, no se había hecho nada. Lo bajé en brazos hasta el patio, que es el sitio donde decidimos en casa que hiciera el animal sus necesidades, como nuestra perra anterior, por la facilidad de limpieza del mismo. Allí lo dejé sobre unos empapadores marcados con su olor y cerca de la zona del suelo en la que se había hecho pis el día anterior. Al poco rato de jugar con él y dejarle que olisqueara, hizo un gran pis, así que lo premié con halagos, caricias y un trocito de salchicha.

Subí, acto seguido, para vestirme y asearme un poco. Dejé a Dino en mi cuarto, tumbado en su cama. Al salir y dejar la puerta cerrada, gimoteó como un loco y se puso a rayar la puerta con sus uñas. Al regresar para dejar mi pijama, lo noté muy nervioso, así que lo ignoré y, cuando se hubo calmado, lo acaricié y le dije "muy bien". Cuán grande fue mi error de las 7.30, pues no esperé a que Dino hiciera caca, así que me la soltó allí mismo, en mi cuarto. Fallo mío. La limpié y me bajé con él, llevando su camita a la cocina. También llevaba una mochila con mis libros de la Universidad, dispuesta a trabajar en la mesa de dicha cocina, junto al patio, para llevarlo lo más rápido posible a que hiciera sus necesidades fuera.

Le di de desayunar a las 8.00. Pensé que sería buena idea dejarle espacio, así que, con la puerta de la cocina abierta, me fui a limpiar con vinagre y agua, la entradita de mi casa. A las 8.30, el perro me buscaba diligentemente. Yo lo ignoré, pues estaba ocupada. Dino me sigue a todas partes. Como hace estos días, vuelve a su cama y se duerme.

A las 9.30, aproximadamente, decidí sacarlo al patio. Sin resultados, regresé a la cocina en quince minutos. Dino se colocaba en posición de pis dentro, así que rápidamente lo cogí en brazos y me lo llevé a su sitio. A los 20-25 minutos, ahí estaba la pequeña meadita. Lo acaricio, le lleno de halagos y le doy un premio. Volvimos a la cocina y yo me puse a trabajar, o a intentarlo, porque Dino tenía ganas de juego. Aproveché y entrené con él 10-15 minutos aproximadamente la inhibición de la mordida. Cuando el perro me aprieta demasiado las manos, grito "¡aaay!", y me levanto, mirando a la pared y cruzándome de brazos. Si veo que Dino insiste y se pone pesado, mordiéndome el pantalón, las zapatillas o subiéndose a mis piernas, digo "¡que no quiero!", con voz de niña pequeña cabreada, y veo de reojo cómo reacciona. Si se sienta o se tumba, a los pocos segundos me giro, me acuclillo a su lado y lo premio acariciándolo y diciéndole que lo hace muy bien.

Después, se durmió. A las 10.30 decidí sacarlo de nuevo al patio. No hubo resultados, ni fuera, ni dentro. Así que, después de beber agua, regresó a su camita y yo pude ponerme a trabajar en cosas de la Universidad, preocupada por el tema de la ansiedad de separación, pues iba a tener que volver a clases después de Semana Santa, teniendo que dejar al perro solo desde las 8.00 hasta las 15.30, de martes a jueves.

Sin saber bien cómo entrenar tal cosa, para que el perro no sufriera de ansiedad, busqué por Internet. En varias webs ponía que el dueño dejara a su perro gradualmente solo más tiempo cada día. Decidí, a las 11.30, salir de la cocina con el mocho para fregar con vinagre el salón. Le cerré la puerta de la cocina a Dino. En cuanto se enteró, a pesar de estar dormido, gimoteó y gimoteó hasta que regresé, o sea, durante unos 10 minutos. Una vez le vi calmado en su camita, lo felicité acariciándolo unos minutos.

A las 12.30 lo saqué al patio y sin resultados. Le dejé la puerta de la cocina abierta, se fue a la entradita y se hizo pis sin que me enterara. A limpiar.

A las 13.30 decidí salir de nuevo de la cocina y dejarle solo. Me llevé una lectura de la Universidad y me senté en el sofá, en silencio. Eran 10 páginas de artículo, o sea que iba a estar fuera de la cocina unos 15-20 minutos (era un artículo que debía subrayar y esquematizar mientras leía, así que me llevaría un tiempo). En cuanto me salí de la cocina y se dio cuenta de que estaba solo, empezó a arañar la puerta y a gimotear, aulló un par de veces. A los 10 minutos se callaba, pero volvía a llorar con fuerza. Cuando regresé, lo ignoré y, hasta que no se calmó, no lo acaricié.

A las 14.30 le di de comer. He hecho que tome por costumbre sentarse antes de que le dé la comida. Lo hace instantáneamente. Le pongo su cuenco en el suelo y, mientras come, me dedico a meter mi mano dentro, sacar comida, quitarle el plato, etc.

A las 15.00 volvieron mis padres del trabajo. Dino los esperaba en la puerta con cierta ansiedad. A mis padres les expliqué que no saludaran efusivamente al perro, pero no me hacen caso. No sé si así le crearán más dependencia, y eso me pone a mí nerviosa, porque no quiero que el animal sufra cuando me vaya a la uni y tenga que estar fuera de 6 a 8 horas.

Mientras nosotros comíamos, Dino se quedó en el salón jugueteando con un hueso azul que tiene pinchitos, para morder. A la media hora, regresó y se tumbó debajo de la mesa, con nosotros. Aunque pidió un par de veces comida, sentándose en frente de cada uno de nosotros, prohibí que le dieran nada. Sobre todo, a mi padre, que es un consentidor profesional con los perros.

A las 16.30, el perro gimoteó cuando vio a mis padres irse por la puerta. Rápidamente, para distraerlo y que no se le quedara la asociación de que, si se van, es un mal momento, me puse a jugar con él otra vez para inhibir su mordida, así aprovechaba. Lo saqué al patio y, premio, combo de caca y pis, más trozo grande de salchicha incluido. Contenta, me quedé un rato con él en el patio, jugando. Cansado, se echó sobre el suelo, en el sol. Le encanta estar ahí fuera. Pensé, en aquel momento, que quizás al perro le gustaría quedarse fuera cuando me vaya de casa. Lo único que puede romper son las macetas de las plantas, y, si las quito (tampoco las cuidamos mucho), tampoco pasaría nada. Por mí, dejaría a Dino fuera todo el tiempo que quisiera, pero solo tiene una vacuna puesta, y me da un poco de miedo que se coma algo y enferme, como hojas secas, tierra, etc.

Después, a echarse la siesta mientras yo seguía trabajando un poco.

A las 18.00 vino mi mejor amigo a ver una película. Antes de ponernos a disfrutar, sobre las 18.30, le dije que sacáramos a Dino al patio. Premio: se hizo un pis pequeño, y le di un trozo de salchichita, con caricias y halagos incluidos. Regresamos al salón y el perro tenía ganas de juerga, así que mi amigo jugó un rato con él y, cuando quisimos que parara le dije el "¡no quiero!", y se fue a su camita a jugar con otros juguetes. Lo premié acariciándolo.

En mitad de la película, Dino quiso subirse al sofá. Lo alcé y lo puse sobre una manta. En vez de quedarse quieto, empezó a mordernos. Como no queríamos jugar, lo bajamos y lo ignoramos hasta que entendió que no era su momento y se marchó a su camita.

A las 20.00 lo sacamos al patio de nuevo. No hizo pis, pero al entrar en casa, empezó a hacerlo, así que lo cogí, se lo corté, y lo llevé al patio. Sin embargo, estuvimos media hora y no hizo nada.

A las 20.30 le di de cenar, tal y como he decidido en el horario que planifiqué para él.

A las 21.30 volví a sacarlo al patio, pero nada.

A las 22.30 vinieron mis padres y, otra vez, Dino esperando en la puerta y saludo. Mi madre me preguntó qué tal el perrito, y le dije que había cenado a su hora, pero que no había hecho nada todavía. Así, las dos salimos al patio juntas, lo dejamos en "su sitio", y a los quince minutos ya había hecho el combo de caca y pis: las dos lo premiamos, lo acariciamos y lo halagamos. El perro volvió a la cocina más chulo que un ocho.

Dino subió con nosotras mientras nos poníamos el pijama. Mi padre se dedicó a jugar con él a las mordidas en el pasillo. Después, estaba tan cansado que, mientras cenábamos, se quedó dormido enseguida. Cometimos un error, y es que, antes de subirnos a acostar, no abrimos al perro a que se echara su última meadita en el patio, así que la hizo en mi cuarto, encima de un empapador.

Cuarto día — 11 de abril de 2017

Dino y yo nos hemos despertado a las 7.30. Al contrario que ayer, el perro se había hecho dos pises durante la noche. He pensado que quizás deba restringirle el agua por las noches para que controle mejor sus escapes. Sé que es complicado que controlen mejor los pises que las cacas, pero mi afán es que aprenda cuanto antes y que seamos todos felices.

Me lo he bajado en brazos al patio y ha hecho su pis y su caca matutina. ¡Fiesta!

Hemos ido a despedirnos de mis padres. Como Dino estaba curioso por salir a la calle, lo he sacado en mis brazos mientras mi padre iba a tirar la basura. No le gusta que le coja, pues intenta bajarse enseguida, pero es lo que hay. Con una vacuna, no se puede hacer mucho más...Bastante es que lo tengo correteando por el patio.

Después, Dino tenía ganas de jugar. He estado un rato con las mordidas, así entrenaba la inhibición. A los 10 minutos, he parado el juego y le he puesto su pienso cuando se ha calmado. Hemos subido de nuevo a mi cuarto, a ver si me podía dormir un poco más, pero Dino no tenía ganas de estarse quieto, aunque al final ha acabado aceptando que debía estar tumbado y dejarme en paz. No he dormido, pero he podido leer tranquila. Lo malo es que, cuando me he ido al baño a asearme, le he dejado la puerta cerrada y ha empezado a llorar y a arañarla. Solo han sido diez minutos hasta que le he abierto. Afortunadamente, no se había hecho pis ni caca.

A las 9.00 ya estaba otra vez pidiéndome jugar, así que, bueno, le he prestado atención y he estado con él jugando unos 15-20 minutos. Lo he sacado al patio, y nada. Pero, al entrar, ha querido mearse en la cocina, así que lo he cogido rápidamente y hala, se lo ha hecho en el patio. Premio, halagos, caricias y adentro, ¡a dormir!

A las 10.30 lo he sacado otra vez, y ha hecho un pis. Otra vez fiesta y ha vuelto a dormirse, ¡y así sigue!



---> INCISO: el día 9 de abril vino mi hermana con sus dos perros. La podenca, de 3 años, ignoró al cachorro, pero el perro macho, cruce de braco y husky, estuvo jugando con él a darle golpecitos con su hocico. Dino, cada vez que lo veía acercarse, huía gimoteando. No sé si eso es buena o mala señal, porque en la protectora me dijeron que se relacionaba bastante bien con la gente y con los animales...

¡Un saludo a todos y comentad! Así aprendemos juntos. Tengo mis dudas de si voy a ser una buena dueña o no, si debería haber adoptado o no a Dino...Es la incertidumbre de no saber. Estoy muy preocupada por el hecho de que vaya a quedarse solo y pueda desarrollar ansiedad por separación.
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