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Provincia: Roskilde
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Publicado: Friday 03 de July de 2015, 20:49
Aunque el enterramiento se descubrió en el siglo XIX junto al templo del dios Anubis, en Sakkara, es la primera vez que un grupo de arqueólogos lo estudia en profundidad.
Restos de una momia canina encontrada en una sección de la catacumba.
A los romanos les parecía la cosa más loca del mundo, dioses con cabeza de animal de aspecto monstruoso a los cuales, además, se ofrendaban miles, millones de sus animales favoritos momificados. Los pobres no comprendían que no es que a los egipcios les hubiera dado por adorar a cualquier bicho que anduviera por el valle del Nilo. No, lo que pasa es que en el comportamiento o las costumbres de algunos animales veían alguno de los rasgos del dios.
Por ejemplo, la tilapia nilótica tiene la costumbre de meterse a todos sus alevines en la boca en cuanto siente peligro, para expulsarlos cuando éste ha pasado; un comportamiento que los egipcios identificaron con el de la diosa Nut, que se tragaba al cansado dios Atum al atardecer y lo paría renacido al amanecer como Ra.
La costumbre de las ofrendas de momias de animales se desarrolló enormemente sólo durante la época ptolemaica, cuando pasó de ser un acto piadoso a una especie de «moda» religiosa de la que los templos y sus sacerdotes sacaron pingües beneficios. Comprendiendo dónde estaba el negocio, los templos no tardaron en construir criadores de animales cercanos a sus instalaciones, donde disponían de animales frescos que momificaban luego para poder vender a los fieles que venían a pedir dádivas al dios.
Hemos de suponer que, con las momias compradas a los sacerdotes, uno tenía al menos la seguridad de que de verdad había dentro el animal escogido; porque lo cierto es que las «momias» falsas (apenas unos huesos mezclado con barro, o con alguna pluma si era de un ave) son hallazgos habituales. Seguro que compradas por los fieles en la tienda cercana al templo, mucho más barata.
Cabeza de uno de los perros momificados
Tampoco debían de tratarse de bienes muy caros, porque lo cierto es que se conocen catacumbas donde los sacerdotes iban depositando las momias de animales ofrendadas a lo largo de los decenios hasta acumular cantidades inimaginables, en la línea de los cientos de miles... Recientemente, ha saltado a los medios una noticia que los especialistas ya conocían desde el siglo XIX: una de estas catacumbas de animales cercana a Menfis que contiene -dicen los cálculos- 8 millones de momias de perro, cachorros y adultos. Se trata de ofrendas votivas para el cercano templo del dios Anubis, el dios chacal.
Los motivos que se han propuesto para estas momias de perro son varios, aunque siempre del tipo ofrenda propiciatoria. Uno llegaba a visitar la capital y antes de irse dejaba una muestra de su agradecimiento al dios por lo bien que había salido su viaje, o uno se iba de la ciudad y buscaba no tener contratiempos en el camino, o incluso uno compraba una momia de perro porque de este modo pensaba que estaba ayudando a alguna persona querida que se encontraba ya en el más allá, a la cual el cánido podría prestar socorro de algún modo que se nos escapa.
Resulta interesante comprobar que hay dos tipos de momias, los perros adultos, que posiblemente fueran criados por los propios sacerdotes, y los cachorros, con apenas horas e incluso días de vida, a los cuales se dejaban morir de inanición antes de momificarlos, porque ninguno de ellos presenta violencia alguna antes de la muerte, como podría ser el cuello roto visible en otras momias de animales de otros cultos.
El dios Anubis
Para nosotros resulta una extraña forma de demostrar respeto matar al animal con el cual uno identifica a un dios, pero los egipcios ptolemaicos no parecen haber pensado lo mismo. A la vista está, en la inmensa catacumba excavada en la roca de Sakkara donde reposan los canes de Anubis, que no es sino una más de las de la región, como la dedicada al dios Thot y sus millones de momia de íbises...
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