¡Adicto Total!
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Publicado: Wednesday 07 de December de 2011, 15:59
http://www.youtube.com/watch?v=dE0Gi4rQEt8&feature=player_embeddedChito y Pocho se conocieron hace 20 años y desde entonces han ido forjando una gran amistad. Sería una historia corriente, de no ser porque uno es humano y el otro un cocodriloPROFESOR PELUSA, GUILLERMO ELZO. La verdad es que por más que sean los años que haya compartido mi amor por los animales, estos nunca dejarán de asombrarme. Sus historias tampoco. Lo enriquecedor de este conocimiento sobre el comportamiento animal es que ellos de una forma u otra cuando perciben ese cariño, respeto y amor que uno les regala, y el interés que tenemos por comunicarnos dulcemente con ello, a pesar de la problemática del lenguaje, estos siempre encuentran la forma de expresarnos sus sentimientos.Les digo esto porque jamás encontrarás en ellos sentimientos oscuros o de maldad, aunque parezcan a veces agresivos o inhumanos, el origen de sus actos obedece a satisfacer una necesidad natural de conservación de la especie. Siempre lo hacen por un objetivo mayor, la supervivencia de su especie.Uno de los animales prehistóricos que menos ha evolucionado del mundo ha sido el cocodrilo, que aún mantiene desde hace millones de años su estructura corporal casi intacta. Los científicos que se han dedicado a estudiarlos solo reconocen en el caso de algunas especies, que han disminuido su tamaño, aunque sigan siendo grandes reptiles de más de una tonelada.El alimento en algunas épocas del año escasea. Un problema que el cocodrilo afronta con inteligencia. Utiliza su cola como despensa, lo que le sirve para suplir sus necesidades alimenticias cuando no abunda la comida. Por ello, en la época de bonanza alimenticia no renuncian a ninguna presa. Al contrario, devoran cualquier alimento que se les presente. Al no tener tampoco reconocen sabores.Es importante hacer esta aclaración, ya que la historia que le voy a relatar se torna mucho más impactante si conocemos algunas características de este gran reptil. Nuestro amigo, un cocodrilo adulto que vivía en la ciudad de Siquirres de Costa Rica (un país con unas condiciones climáticas que permiten una gran variedad de fauna y flora salvaje). Una mañana, Chito un campesino de la zona lo encontró en la orilla de un lago sangrando bastante. Había recibido una bala en la cabeza y se encontraba muy delgado, casi moribundo a merced de los depredadores y con las aves carroñeras a la espera de su muerte para darse un banquete.Este campesino, un amante de la naturaleza y de los animales, al verlo no dudó en brindarle su ayuda. Según comenta, su primera sensación fue de rabia hacia quien había actuado de esa forma con este animal, pero en su fuero interno, quería hacer sentir al animal que no todos los humanos somos malos. Decidió ayudarle, brindarle los cuidados necesarios para que se recuperara y protegiéndolo de un hábitat que puede ser peligroso.Chito bautizó al cocodrilo y lo llamó Pocho. Llo traslado en su barca a su casa para cuidarlo, alimentación y darle abrigo en una charca cerca de su hogar . Un refugio en el que podría estar alejado de los depredadores, mientras se recuperaba. El proceso fue largo. Cada día, durante ocho meses, Chito le dedicó muchas horas en las curas, le medicó con antibióticos y otros medicamentos para evitar que la herida se le infectara y le provocara la muerte. Seguro que no fue una tarea sencilla. Para su alimentación, Chito le suministró una dieta a base de pollo y pescado. En algunas ocasiones, Pocho no quería comer y Chito tuvo la paciencia para que su amigo cocodrilo aceptase la comido y recuperase algo de fuerza.Chito comenta que él estaba seguro que su amigo lo entendía y le escuchaba, pues dejaba que lo curara, sin mostrar jamás ninguna hostilidad contra él. Su recuperación total se alargó durante muchos meses. Conforme avanzaba la recuperación del cocodrilo, más peligroso eran los cuidados. Pocho seguía siendo un animal salvaje y cuanto más recuperado estuviese más peligroso podía ser su contacto con él. Pero Pocho pareció intuir esa desconfianza en Chito y buscó el momento oportuno para hacérselo saber y demostrarle que él nunca le ocasionaría ningún daño y que además, lo protegería.Cuando Chito vio recuperado a Pocho, decidió trasladarlo definitivamente a un lago cercano para dejarlo en libertad. El cuidador dice que el reptil se dio cuenta de lo que estaba pasando, era un adiós definitivo. Pero Pocho no la aceptó. Cuando su cuidador se alejaba del lago, el animal comenzó a seguirlo sin dejarlo partir.Ese momento, esa situación fue la respuesta a muchas interrogantes que durante este largo periodo Chito se había formulado. Su amigo le dijo lo que quería sin utilizar ninguna palabra. El deseo del cocodrilo era claro, compartir su vida con este cuidador. A cambio, el reptil estaría dispuseto a aprender lo qeu Chito le enseñara.Poco a poco, Pocho empezó a entender el idioma de Chito. Cuando este lo llamaba por su nombre acudía, salía del estanque y se acercaba a él. Tengamos en cuenta el riesgo, para cualquier ser humano compartir juegos en un estanque con un cocodrilo de casi 500 kilos es muy peligroso. Chito no se lo dijo a su familia, pero un día se sumergió en el lago para nadar junto a Pocho. Tenía confianza ciega en el cocodrio.Chito comenta que fue una experiencia inolvidable, no exenta de nerviosismo. Es necesario mencionar que los charcos o lagos donde generalmente viven y se desarrollan los cocodrilos suelen tener aguas turbias donde poco o casi nada se ve. Un entorno ideal para estos reptiles, que en estas aguas aprovechan su excelente visión. Estas increíbles experiencias Chito se las contó a algunos amigos de su pueblo, los que lo convencieron a que le mostrara al mundo la relación que ambos tenían.Gracias a ello, mucha gente tuvo la oportunidad de ver a estos amigos en acción, mostrándole al mundo lo que puede suceder cuando existe amor verdadero como en este caso entre un hombre con un animal salvaje. Que la confianza entre ambos los puede unir aunque pertenezcan a mundos tan diferentes y que los animales sí son capaces de entregarse en cuerpo y alma al ser que sabe transmitirles esos sentimientos puros y de corazón como los que le entregó Chito.Chito y Pocho se conocieron hace 20 años y desde entonces han ido forjando una gran amistad. Sería una historia corriente, de no ser porque uno es humano y el otro un cocodriloHoy Chito llora la pérdida de Pocho, su cocodrilo amigo (imagen que ilustra este artículo). Sabe que esta experiencia puede que nunca vuelva a experimentarla. No obstante, su corazón esta pleno de felicidad y satisfacción por haber tenido la oportunidad de conocer y compartir tan lindos momentos con Pocho, quien desde el mas allá también comparte y lo recuerda.El amor, la confianza, la amistad, la lealtad y el entregarte a los demás sin esperar retribución es lo que día a día nos enseñan los animales, por muy salvajes que sean. Qué distinto seria el mundo si nosotros todos los seres humanos aprendiéramos y practicáramos esta lección. Tampoco sería desdeñable si pudieramos entender el lenguaje de los animales. Seguro que nos enseñarían a que desaparecieran los odios, rencores y envidias. Este sería un mundo mejor, en el que habría más espacio para paz en este maravilloso planeta.fuente:laopiniondemalaga |
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