Hoy hablando con mis compañeros de trabajo, partiendo de una conversación trivial hemos acabado hablando de los perros mudos. Al final han salido historias tales como… "
que si yo conozco a alguien que tiene uno…", "
que si te cuento la historia de mi vecina que tiene un perro mudo…"
Por lo que me ha parecido un buen artículo para la página y me he puesto a investigar sobre el tema.
Cual sería mi sorpresa, cuando al mirar e
intentar documentarme, pensando que vería si el problema es genético o producido por una enfermedad me he encontrado con un tema totalmente distinto pero igualmente interesante.
La curiosidad me ha llevado a los países de América, tanto del norte como del sur, donde hay razas antiguas que no tienen esta
capacidad vocal y que el descubridor Cristóbal Colón, conoció al llegar a estas tierras.
El rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe,
Miguel Rodríguez, habló de la existencia de un perro indígena en el siglo VII, en el Encuentro de Investigadores de Arqueología y Etnohistoria, el 28 de Marzo de 2007.
Este señor ha encontrado
representaciones del perro indígena en cerámica y en piedra, así como osamentas. El perro indígena no ladradaba, pero
emitía unos sonidos similares a gruñidos. Parece ser que fueron llevados a Venezuela por los primeros pobladores del Caribe y eran fundamentalmente para cazar, como protección y como animal de compañía.
Por otra parte, Miguel Rodríguez, aseguró que
todavía quedan perros indígenas en el sur de Puerto Rico.Tienen un aspecto que no gusta nada a la población ya que no tienen pelo y su piel es algo arrugada, dando a veces aspecto de enfermos. Los apodan con el nombre de
“perros chinos” o “perros chingos”.
Los perros
antillanos despertaron ya curiosidad desde hace bastante tiempo. Restos de ejemplares caninos antiguos han sido localizados en los depósitos de
Fell’s Cave, extremo meridional de Chile y se los ha fechado entre
6500 y 8500 años de antigüedad.
Es de suponer que los primeros pobladores de las Antillas, si provenían de esas tierras debieron traer consigo los primeros especímenes del canis lupus familiaris. Y al que seguro y que está comprobado que llevaron a Cuba, fue al famoso
perro mudo, del que tanto han hablado los cronistas de Indias y que tan descolocados dejó a los primeros conquistadores. Los primeros pobladores españoles de la isla de Cuba observaron
similitudes y diferencias entre los perros aborígenes y los que ellos traían de Europa. Este hecho pone en tela de juicio si existieron realmente razas autóctonas en Cuba y se ha elaborado la teoría de que al menos tres razas sí existieron.
Las dos primeras han sido descritas a partir de restos óseos hallados respectivamente en La
Habana y Holguín. La tercera nunca ha sido descrita.
Es Cristóbal Colón el
primero que hace mención en su Diario, de los perros que encontró en Cuba a los que calificó como “mastines y blanchetes”.
Siendo el mastín un perro grueso y membrudo, con pecho ancho y robusto,
patas recias y pelo largo algo lanoso, y el blanchete es pequeño como el faldero y de color blanco (los primeros ejemplares de esta raza fueron introducidos en Europa desde la isla de Malta).
Al poner un pie en tierra cubana este descubridor encontró dos chozas que se asemejaban a la de los pescadores y cuyos dueños se habían ido, huyendo de la extraña gente. Allí encontró un perro que “nunca ladró”. También
Fray Bartolomé de las Casas, que acompañó a Colón en su primer viaje hace referencia a estos seres de cuatro patas que no ladran. Los indios llamaban a estos compañeros de cacería
Aon.
Por su parte
Gonzalo Fernandez de Oviedo, otro cronista, observó que los perros en esa isla y otras eran mudos aunque los apaleasen…no sabían ladrar.
En 1840 el historiador
Ramón de la Sagra parece haber aventurado la hipótesis de que Colón y los demás conquistadores tomaron por perros a los chacales del continente americano, que se hallaban en gran número en las Antillas y posiblemente habían sido domesticados. En todo caso el
perro mudo antillano sería una variante doméstica del chacal americano o canis carnivorus.
Es interesante decir que los restos de perros mudos que han sido encontrados en Cuba lo mismo en solares de comunidades agroalfareras que preagroalfareras. Es posible que desde tiempos remotos estos perros desempeñaran junto a los aborígenes funciones como cazadores, guardianes e incluso alguna función en los ritos funerarios, puesto que sus restos se han encontrado en enterramientos humanos y representaciones pictográficas, especialmente en las
cuevas de Borbón en la República Dominicana, donde aparece una pareja de perros en acto de copulación y cuyas características coinciden con las descritas por los cronistas. Se sabe que también existió en el pabellón de aborígenes antillanos un dios perro llamado
Optyelguaobirán, del que se dice que tenía cuatro pies a pesar de ser de madera y que en las noches se escapaba de las casas para ir a la selva.
Gracias a cronistas nos podemos hacer una idea de cómo eran estos perros, de talla americana, pelo corto, con varios colores, cabeza alta y corta y orejas puntiagudas, de complexión fuerte, son comunes también a los perro de los indios de los bosques de
Alaska, a los del sur de Florida y a los del este de los estados centrales.
Estos perros carecían también de su
capacidad de ladrar, pero esta característica es compartida por otras razas caninas domesticadas por los pueblos salvajes de diferentes partes del planeta, así que no añade ningún dato determinante para la clasificación definitiva del perro antillano.
¿Podrían ser los perros mudos de este país descendientes de los perros americanos?
No sería descabellado, ya que con el trajín y el comercio que se abrió con los países del otro lado del mar, podemos suponer que en uno de los viajes se trajeran a estos perros tan peculiares y se mezclaran con los europeos, pero no hay ningún estudio que nos lo pueda corroborar o desmentir. Así que mientras no sepamos nada al respecto podemos dejar volar la imaginación y pensar lo que queramos al respecto.
Genética Canina.