Tal vez tengamos un perro en casa que nunca paran de jugar, correr, morderlo todo…
¡Enhorabuena! Estás en presencia de un perro hiperactivo.
Lo que tenemos que tener en cuenta es que siendo un cachorro, tal vez sólo
sea cuestión de la edad y con el tiempo se irán tranquilizando, pero a veces, siendo ya un perro adulto siguen con el mismo comportamiento. Es ahí donde tenemos un problema al que deberemos de enfrentarnos de la mejor manera posible.
Para empezar, lo que deberemos de pensar es si este comportamiento es debido al
aburrimiento, ansiedad por separación, excitación por la interacción con perros vecinos, o simplemente para atraer la atención del dueño…
El primer paso
a dar es descartar que pueda ser una hiperactividad derivada por una
enfermedad, no suele ser probable pero se puede dar. Si descartamos que sea por una patología el siguiente paso sería preguntarse si se trata de hiperactividad de cachorro o tenemos un perro cuya raza la predispone a tener ese carácter, como por ejemplo, los perros de caza o pastoreo.
En estos casos, sólo podemos actuar recompensando al perro en los momentos en los que
esté tranquilo y deberemos ejercitarlo todo lo posible para ir agotando poco a poco sus reservas de energía.
Cuando el perro actúe en estado de hiperactividad,
lo mejor es ignorarlo y alejarse, esto ayudará a que se calme con más facilidad. Si lo castigamos tendremos que tener en cuenta que la aplicación del mismo deberá de ser justo al principio del comportamiento y cada vez que surja. Las recompensas sólo se darán cuando el perro
esté tranquilo y se domine. Si somos capaces de controlar su excitación durante un par de minutos, entonces lo recompensaremos con comida al final de los minutos pertinentes ya que las caricias y los halagos podrían devolverlo al estado de excitación) y repetimos el ejercicio cuando el perro esté cansado y con predisposición a un estado de calma.
Todo lo que sea una amenaza a sus “posesiones” provocará en él una alarma de aviso, por lo que
la acción más lógica es que ladre, para intimidar y hacer que el perro, animal o persona que quiera acceder a su entorno desista de tales intenciones. La mayoría de las veces funciona.
Un cachorro aprende que si ladra con insistencia, la mayoría
de los casos consigue lo que quiere, así que en vez de callar al perro, resultará más fácil
eliminar el estímulo que provocó el ladrido.
Antes de nada, nos formularemos las siguientes preguntas:
Para resolver el problema pueden ser necesarios procedimientos tales como;
La extinción, castigos o reasociación.
Dependerá del caso que tengamos entre manos será mejor el uso de uno u otro.
Extinción:
Con este procedimiento eliminaremos la
conducta aprendida, siempre que podamos saber el factor que reforzó y mantuvo o provocó el comportamiento. Por ejemplo, nos ladra para que le dejemos entrar en casa y lo consigue, nosotros hemos reforzado esa conducta ya que ha conseguido lo que buscaba.
En estos casos lo que tenemos que hacer es
eliminar la recompensa, no lo dejaremos entrar y su comportamiento desaparecerá poco a poco.
Sólo entrará cuando lleve un tiempo que no ladre y esté tranquilo.
Castigo:
Puede resolver el problema de los ladridos ya sea
aprendido, heredado o casual. Con la palabra castigo no estamos diciendo que esto sea
sinónimo de gritarle o pegarle, ya que nos huiría o le generaría más ansiedad de la que ya tiene. El castigo deberá de ser impersonal. Los collares que funcionan a distancia pueden valernos para tal propósito.
Tenemos dos tipos, los que tienen sonidos de baja intensidad, que sólo los perros pueden oír y los que producen pequeñas descargas eléctricas. Estos últimos hay que saber usarlos y con que perro son convenientes, si no lo tenemos claro es mejor no utilizarlo.
Normalmente cuando un perro ladra en exceso suele llevar aparejados otros problemas conductuales.
Con un poco de suerte, podremos tratarlo todo a la vez ya que normalmente irán asociados.
Reasociación:
En estos casos puede utilizarse cuando los ladridos se producen en ausencia del dueño.
Este método es lento, por lo que la paciencia aquí es imprescindible y tal vez debamos de usar el castigo con anterioridad.
De lo que se trata es de cronometrar el tiempo que tarda el perro en ladrar desde que se queda sólo.
Por ejemplo, si tarde diez minutos desde que salimos, entonces el dueño deber volver entre los cinco y nueve más tarde. En caso de que ladre en cuando salimos de casa, entonces empezaremos a trabajar nada más salir de casa.
Si tenemos a alguien que nos pueda ayudar vigilará los ladridos del perro. Si no tenemos esa suerte recurriremos a la grabación en cinta.
Si podemo
s entrar en casa sin que el perro emita un solo ladrido, lo recompensaremos (en otra zona distinta a la entrada) con comidas y halagos.
Gradualmente se irán incrementando los minutos hasta llegar a las dos horas.
No se debe permitir dejar al perro en la situación en la que pueda ladrar fuera de las sesiones, por lo que deberá de estar continuamente acompañado.
Si el perro no ladra pero tiene un comportamiento destructivo como morder muebles, destrozar el jardín, rascar paredes… Aquí es importante controlar el estado emocional del perro cuando cometa un acto destructivo, cómo y cuando lo hacen.
Si no sacamos al perro
lo suficiente para que no se aburra, conozca su entorno con sus miles de olores y se distrae con otros perros, por simple aburrimiento podrá romper cosas en casa.
Otro caso distinto sería cuando
remueve la basura para encontrar comida. Cuando no hay ansiedad por medio, entonces se usarán medidas de
reasociación o castigo y una vez que se haya corregido el problema habrá que evitar la causa que provocó el problema para que no vuelva a surgir, por lo que sería conveniente un
programa de educación en obediencia, ejercicio y atenciones diarias.
Cuando se intenta solucionar un problema de comportamiento que está causado por un
problema emocional entonces sería más aconsejable la utilización de métodos indirectos o de reasociación.
Pero quizá lo más importante es saber que en la mayoría de
los casos dándole los cuidados que necesita y ocupándonos correctamente de su tiempo de ocio lo podríamos evitar en gran medida.
No es necesario canalizar la
energía excedente del perro en actividades relacionadas con la raza. Los perros con altas dosis de energía suelen ser buenos en competiciones y disfrutan mucho del
Agility, ayudaríamos a mejorar su estado y nosotros nos lo pasaríamos genial con él.
Montse Arias.
Redacción Perros.com