Todos los perritos son adorables y nos enternecen, pero a la hora de escoger uno, debemos fijarnos en muchas más cosas que su en dulce mirada y su preciosa carita.
No es recomendable adquirir un cachorro de menos de seis o siete semanas, ya que aún no es autosuficiente y necesita que su madre lo termine de sociabilizar y de formarle un buen carácter para que podamos tener un cachorro feliz.
Para esta elección, debemos tener claras nuestras preferencias sobre el sexo, el tamaño, la raza, el tipo de pelaje, las funciones que va a realizar a nuestro lado...
En cuanto al sexo de nuestro futuro perro, tanto machos como hembras tienen sus pros y sus contras:
Según nuestras necesidades, nuestro modo de vida y el espacio en el que vivimos, elegiremos el tamaño, la raza y el pelaje del cachorro. No es recomendable, por ejemplo, comprar un mastín para un piso pequeño. Si a pesar de esto seguimos queriendo un perro grande, debemos responsabilizarnos de darle la cantidad de ejercicio que requiere su raza y cubrir sus necesidades. Asimismo, si somos personas poco activas o nos gusta una vida tranquila y calmada, no deberíamos elegir una raza de perros cazadores, muy activos o Terrier, ya que podríamos llegar a volvernos locos.
Una vez decidido todo esto, lo primero que hay que hacer, es ver dónde podemos conseguir un cachorro que se adapte a nosotros. Es recomendable visitar varios criaderos o tiendas, hasta encontrar el adecuado y comprobar que es un sitio limpio y con buenas instalaciones para los animales. Asimismo, debemos ir a ver la camada, para decidir cual de los cachorros será nuestro fiel compañero. Una vez allí, comprobaremos que no tienen problemas de salud: no tosen, no tienen descamaciones en la piel, ni malformaciones. Es bueno comprobar sus reacciones ante diferentes estímulos, si damos palmadas se giran, si nos acercamos vienen a vernos y a curiosear, o si corremos nos siguen. No debemos elegir a un cachorro tímido o apartado del grupo, aunque nos de pena, ya que puede darnos problemas por ser inseguro, miedoso, tímido y convertirse, al final, en un perro agresivo. Tampoco debemos elegir al más activo de la manada, podría llegar a ser un perro dominante e hiperactivo, y en un futuro nos daría problemas.
Si vemos un perrito que nos gusta más que el resto, lo apartaremos del grupo para comprobar que es el adecuado. Físicamente debemos fijarnos sus ojos, para que no tengan mucosas y sean brillantes; sus orejas, deben estar limpias y rosadas; los dientes blancos; sus encías, rosadas y fuertes; su pelaje limpio y brillante (el pelo de los cachorros suele ser mas opaco y suave que el de los adultos).
Respecto a la complexión del perrito, debe tener unas patas firmes y paralelas a las demás (algunas razas no cumplen esta premisa, por ejemplo los Bulldog), para las razas grandes, tenemos que fijarnos en que las patas delanteras sean de un buen tamaño. En la mayoría de las razas, el rabo tiene que ser recto y no curvarse para ningún lado. La barriga no debe estar distendida, salvo si acaba de comer, ya que esto podría significar que tiene parásitos. En el caso de los machos, también debemos comprobar que tiene los dos testículos.
Asimismo, dependiendo de la raza que elijamos, tendremos que tener diferentes consideraciones, por ejemplo, los Dálmatas tienen tendencia a la sordera y los Pastores Alemanes o los Labradores a la displasia de codos y cadera. Si tenemos la posibilidad, es conveniente ver a los padres, su tamaño, forma física, aspecto y su salud. Esto nos ayudará a predecir como podría ser nuestro cachorrito el día de mañana.
Si escogemos un cachorro con pedigree, debemos asegurarnos de llevar todos los papeles que lo certifican, o en su lugar, enterarnos de los trámites a seguir para inscribirlo.
Una vez elegido el cachorro, lo llevaremos nuestro veterinario de confianza para que le haga un análisis exhaustivo, revise sus vacunas y le ponga el chip en caso de que no lo lleve puesto.
Elena Mansilla Lozano
Redacción Perros.com