La madurez sexual de perro, suele estar comprendida entre los nueve y dieciocho meses.
Dependiendo del tamaño de la raza lo harán antes o después. Cuanto más grandes sean, la formación a nivel osteológico (huesos) se hará en torno a los
dieciocho meses, sin embargo los perros pequeños ya habrán completado su crecimiento llegados los seis u ocho meses.
Esta faceta de su vida, llena de cambios es un momento complicado, tanto para él como para su familia. La catarsis hormonal que experimentan hace que de estar con un perro de conducta ejemplar pasemos a tener por la casa a un auténtico torbellino.
El perro se siente físicamente más seguro de sí mismo y su vitalidad e impulsividad están desbordadas.
Es cuando la convivencia familiar conoce las primeras tiranteces y al perro se le ve una importante alteración de su estado emocional.
Es la época en la que empiezan a dudar de tu autoridad, echándote un pulso en cada orden que le das.
Pero no por se una etapa difícil, todos pasamos por ella, debemos abandonar, tenemos que aceptarla
como lo que es, una fase más en su desarrollo, y tener claro que para tu perro es un periodo de tiempo en el que todo lo que aprenda le acompañará para el resto de su vida.
Si aprende que tú no haces valer lo que le ordenas y que sólo tiene que obedecerte cuando él lo desea, estarás contribuyendo a crear un patrón de conducta que será muy complicado de modificar en un futuro. Por lo tanto, por nuestra parte es muy importante hacer bien las cosas y con una claridad meridiana. Si le vamos a dar una orden tenemos que tener claro que la tiene que obedecer y en caso de que el perro pase de nosotros iremos a buscarlo las veces que sea necesario para que la cumpla.
Debemos hacer una sesión corta de entrenamiento cada día para mejorar su adiestramiento, así le daremos a entender que todos estos comandos forman parte de las rutinas diarias. La constancia es fundamental ya que si un día lo hacemos y al otro no el perro aprenderá que sólo tendrá que obedecernos de vez en cuando y a su antojo.
Al igual que en la raza humana, es una época en la que la terquedad se convierte un la bandera más ondeada y a nosotros no nos quedará más remedio que ganar la batalla con el mismo arma. Debemos ser más tercos que ellos.
Recuerda que la adolescencia es una faceta más y que en ella se construirán unos cimientos que formarán la base y serán los pilares desde donde partirá los principios fundamentales en los que se basará nuestra relación con él o ella.
Tiene necesidad de seguridad pero a la vez quieren independencia, este
es el momento por el que todos hemos pasado o pasaremos, cuando por la calle no nos hacen ni caso, lo llamas y no escucha, se come todo lo que pilla, se revuelca en lo más sucio que encuentra en la calle… (este último es un instinto atávico de supervivencia para camuflarse ante un depredador).
Tendrá una intensidad alta en cuanto a emociones se refiere, a veces serán desproporcionadas, saltando encima de nosotros en cuanto nos ven, mordernos la ropa…
Ladridos fuera de lugar, gestos bruscos, terquedad… Pasa con facilidad de la agresividad a la timidez…
Cuando hasta hace poco eran unos animalitos “asexuados”, ahora muestran una gran
curiosidad, olfatearán a todos los ejemplares de su especie que pasen por su lado incluso a los humanos en sus zonas más íntimas.
En cuanto al desarrollo físico se produce una intensa actividad hormonal. En las hembras aparece el primer celo y en los machos la primera eyaculación.
Otro de
sus mayores intereses en esta época son los juegos, la diversión a todas horas y en todo momento.
Aquí será importante la disciplina familiar.
Aumentará la agresividad hacia otros machos por la competencia sexual, puede ser que veamos que intenta montar a otros machos para demostrar su jerarquía.
Ante todo es importante por nuestra parte no sobreprotegerlos, no tener dudas ni temor.
Creemos que el regañar o disciplinar, frustra y daña, y así es si nos extralimitamos, en estos casos el sentido común será nuestro mejor aliado.
Otra tendencia por nuestra parte es la de ver a nuestro cachorro como un niño, está claro que esto no les ayudará lo más mínimo, un perro por mucho que lo queramos, pertenece a otro especie y sus jerarquías, comportamientos y aptitudes son distintas a las humanas.
No hay que perder la paciencia, con dedicación y cariño ayudaremos a que nuestro perro sea equilibrado y feliz tanto con nosotros como con el entorno que le rodea.
Montse Arias.
Redacción perro.com