“Nunca olvidaré tus miradas de alegría que me diste cada vez que me veías llegar, muy ingrato fui, al no comprender que lo único que querías era que no me alejara jamás de ti, sin embargo, a pesar de tantos desencantos que te di, siempre estuviste perdonando mis errores y aceptando lo imperfecto que soy, recibiéndome día a día como si fuera la primera vez; sé que no querías irte, pero no podía verte sufrir un día más, espero me perdones mi amigo fiel, tu forzada despedida fue tan dura que cada día marcará tu ausencia en mi corazón. Gracias Bobby, mi mejor amigo, Dios me regaló tu existencia, y me permitió estar en cada etapa de tu vida, desde el día en que te tomé en mis dos manos, hasta el día en el que te cargué con mis brazos para darte el último adiós. Tantos recuerdos me dejaste, que te prometo nunca olvidarte. Te ama para siempre, Juan Pablo”