Los perros, igual que la raza humana y otros animales, son susceptibles de padecer esta enfermedad.
Esta patología se caracteriza por la proliferación descontrolada de células. Este crecimiento produce exceso de tejido que se conoce como tumor o neoplasia.
Aunque la sola mención de esta enfermedad provoca en nosotros sentimientos negativos hoy en día y
con los avances médicos actuales, el cáncer ya no es una sentencia de muerte para nuestros amigos. De hecho, el cáncer es la enfermedad crónica con más posibilidades de curación. Hay muchos tipos que pueden curarse sin que dejen ningún tipo de secuela. En otros casos podremos medicarlos de forma que los síntomas mejoren y aumente tanto su calidad de vida como el tiempo de la misma.
Lo más importante para podernos enfrentar a esta enfermedad es que la conozcamos bien y en profundidad. Así también nos ayudará a desprendernos de viejos tabús y prejuicios para poder enfocar el proceso de manera más positiva y ayudar mejor a nuestro perro.
En términos generales al comienzo de esta enfermedad las células, por decirlo de alguna manera, se olvidan de morir y crecen sin parar, volviéndose destructivas y atacando a los tejidos y las partes del cuerpo en las que crecen. Las células “normales” del cuerpo tienen un periodo de vida limitado, a su muerte son sustituidas por otras nuevas y exactamente iguales. Con las cancerígenas ocurre lo contrario, se reproducen de forma desorganizada y caótica, independientemente de la necesidad de células nuevas. Existen, aproximadamente cien tipos de cáncer diferentes y cada uno se comporta de forma única una vez que aparece. Cada tipo tiene un nombre científico/médico específico que se refiere a su tejido de origen, unido a una terminación.
Oma, que significa que es benigno, o
Carcioma/Sarcoma que nos da a entender que es maligno. Por ejemplo, Linfosarcoma. Esta palabra nos informaría de un tumor maligno de las células linfáticas, mientras que un Basioloma, es un tumor benigno de las capas basales de la piel. Cuando las células cancerígenas se agrupan forman un tumor, que se catalogan en malignos o benignos. Los benignos, están formados por células anormales que se dividen lentamente y que no invaden los tejidos próximos, aunque pueden presionarlos si alcanzan un gran volumen. Por esto, pueden producir alteraciones estéticas
o funcionales pero no por ello el animal corre peligro. Los malignos son los que sus células se dividen rápidamente y son capaces de invadir y destruir tejidos próximos. El proceso es muy agresivo y puede tener graves consecuencias, ya que estas células destruyen a las sanas y toman su lugar, perdiendo el tejido su función o el órgano afectado. En algún tipo de cáncer, las células anormales son capaces de liberarse del tumor original, que se denomina tumor primario y viajan a través de los vasos sanguíneos o linfáticos, hasta alcanzar otros órganos en los cuales continúan dividiéndose, formando nuevos tumores. Estos tumores secundarios reciben el nombre de metástasis. En algunos casos este tumor secundario es más peligroso que el originario ya que suelen alojarse en órganos vitales. Otra de las características de los tumores malignos muy agresivos es que representan un crecimiento ramificado, de forma que pueden volver a salir de nuevo aunque los hayamos extirpado previamente. Esta reaparición se denomina recidiva.
Pero, ¿por qué surge? ¿Qué es lo que activa a estas células a que se comporten así?
La raíz del problema todavía sigue siendo una incógnita. Sí se sabe que las células cancerígenas tienen alteraciones en su material genético, convirtiendo esa célula normal en otra
defectuosa capaz de dividirse de manera anárquica. Hay algunos tipos de cáncer en los que se ha identificado los factores capaces de desencadenar esta transformación, pero son muy pocos. Las radiaciones solares, por ejemplo, pueden provocar un tipo de tumor denominado, carcinoma de células escamosas en la piel de las orejas o la nariz de gatos de capa blanca.
Otro ejemplo lo tendríamos en los tumores mamarios, que se producen por efecto de ciertas hormonas que se generan durante el celo sobre las células de la mama.
Si es cierto que el cáncer aparece o incide más en los perros que en los humanos, mientras que en los gatos no es tan común.
Hay una correlación entre la edad y el riesgo a sufrir un cáncer. Actualmente, nuestras mascotas, debido a la mejora en su calidad de vida y a su alimentación son más longevos. Mejoras que van parejas a unos mayores avances de la medicina veterinaria, y sobre todo, a los estrechos lazos afectivos que unen al perro con su dueño. Por lo tanto, al ser mayores y vivir más años la aparición
de cáncer es más frecuente.
También es cierto que hay razas con más predisposición a padecer distintos tipos de cáncer:
-Bóxer, Golden Retriever. Tumor de piel/linfosarcoma.
-Dogo, Mastín, San Bernardo. Cáncer de hueso.
Manifestaciones:
Cada tipo de cáncer tiene síntomas diferentes. Los tumores externos, podemos verlos o detectarlos cuando acariciamos al animal, pero los internos no son tan fáciles de reconocer, hay veces que carecen de síntomas externos o que podamos percibir hasta que ya están muy avanzados. Muchos tipos producen síntomas poco específicos y podemos creer que es más propio de la edad que cualquier otra cosa, ya que no está tan activo, se cansa más, está más delgado…
La
Sociedad Americana del Cáncer ha desarrollado una lista con los diez síntomas principales que lo pueden producir.
-Bultos anormales que crecen.
-Heridas que no cicatrizan.
-Pérdida de peso.
-Sangrado por cualquier orificio.
-Mal olor.
-Dificultad al comer o tragar.
-Rechazo al ejercicio.
-Falta de apetito.
-Cojeras persistentes.
-Problemas o dificultad al respirar, defecar u orinar.
Cuanto antes se detecte la enfermedad, más altas son las probabilidades de cura o remisión.
Si tenemos a un perro de raza determinada con cierta predisposición a padecerla, estaremos atentos. Por ejemplo, sabemos que los perros de razas grandes son proclives a tener un cáncer de huesos. Si somos propietarios de un mastín y lo vemos cojear, no dudaremos en llevarlo al veterinario, una vez tengamos claro que la cojera no se debe a que haya pisado un objeto punzante o se haya clavado algo que le impida andar con normalidad.
Cáncer más comunes en perros.
-De piel.
-De mama.
-Tumores en cabeza y cuello.
-Linfoma.
-Cáncer testicular.
-De huesos.
Otra de las cosas de la que no podemos olvidarnos, es de hacerle chequeos anuales. Cuanto más viejos vayan más recomendables son este tipo de revisiones.
Debemos aprender a vigilar a nuestras mascotas, por si le aparecen bultos o deformaciones, como a los cambios en el carácter o comportamiento.
Es bueno que no nos alarmemos, puede ser que el síntoma no tenga nada que ver con un cáncer, pero en última instancia quien debe valorarlo siempre es el veterinario.
Para concretar el grado y posible tratamiento, el veterinario deberá realizar una serie de pruebas siguiendo el protocolo que este tipo de enfermedad requiera. El punto fundamental del diagnostico es la identificación del tipo exacto de tumor. Para ello se le hará una biopsia que se mandará a un laboratorio especializado, en caso de que la clínica carezca de él. Después de realizar el diagnóstico con esta pequeña muestra que le hemos sacado, el veterinario decidirá cual es el tratamiento más adecuado a seguir.
Entre ellos estará la extirpación completa o bien necesitará más pruebas para terminar de valorar el alcance de la lesión, radiografías, ecografías… Estas últimas se emplean parar localizar tumores que se encuentran en el interior del organismo y para evaluar la extensión, es decir, buscar metástasis. Es muy común que pida hacer radiografías de tórax para estudiar la imagen de los pulmones, ya que son órganos en los que las células cancerígenas se asientan con mayor frecuencia procedentes de tumores que están en otras partes. La ecografía, además, permite guiar al veterinario para obtener biopsias de tumores internos.
Cada tipo de cáncer evoluciona de manera distinta en cada animal. Su veterinario le dirá el pronóstico a corto o medio plazo.
Hay tumores, que se pueden tratar de manera muy agresiva, logrando en algunos casos la curación. Pero hay casos en los que se presentan metástasis y no pueden curarse debido a que están muy diseminados. En estos últimos sólo se podrán ofrecer tratamientos paliativos que le darán mejor calidad de vida aunque no lleguen a curarse. Pero no debemos desanimarnos ni ser derrotistas, hoy en día con los avances que hay en el campo médico, nos permiten llevar a buen puerto este tipo de enfermedades. En general existen tres formas de contraatacar al cáncer. La cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. A veces los tratamientos serán una combinación de alguno de estos tres.
Cirugía. Es lo más habitual y la única que puede proporcionar la curación. La extirpación no sólo será del tumor en sí, se le quitará un perímetro mayor del que abarca el tumor para prevenir. Si son tumores malignos muy agresivos puede ser necesario realizar una cirugía denominada radical, en la que eliminarán también los órganos y tejidos situados debajo del tumor.
Radioterapia. Aquí se trata el cáncer con Rayos X y otro tipo de radiaciones, dirigidas directamente al tumor. Requiere un equipo muy caro por lo que no hay muchos sitios donde podamos tratarlo de esta manera.
Quimioterapia. Forma de tratamiento que emplean medicamentos que destruyen las células tumorales. Algunos de ellos pueden administrase en forma de pastillas por vía oral, pero en la mayoría de los casos es a través de una inyección.
La quimioterapia sola es muy eficaz en determinados tipos de tumores, como los linfosarcomas, sin embargo en otras ocasiones se combina
con tratamiento quirúrgico.
Tiene efectos secundarios, pero son muchos más leves que el las personas ya que las dosis empleadas son menores y los animales las toleran mucho mejor. Generalmente, con este tratamiento no se curará la enfermedad, pero sí se que controlaremos su crecimiento, paliaremos los síntomas y mejoraremos la calidad de vida de nuestra mascota. Hay otras formas menos conocidas y todavía en fase experimental, como son la hipertermia, fotodinamia, terapia genética… que con el tiempo y sin que pasen muchos años, se podrá oír hablar de ellos, serán otras técnicas más a tener en cuenta.
Hay casos en que la enfermedad está tan avanzada que no hay tratamientos posible.
Debemos dejar a parte nuestro dolor y pensar sólo en el bienestar de nuestro amigo.
Si va a sufrir y no hay medicamentos paliativos que no lo hagan sufrir, lo mejor es optar por la eutanasia, aunque nos cueste.
Montse Arias.
Redacción Perros.com